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domingo, 27 de febrero de 2011

Hermano de Piel Oscura

Te he visto solo,
hundido tras tus ojos aterrados,
desorientado de ti mismo,
abrazado al último trozo de tu existencia.
Corriendo hacia ninguna parte,
escalando los abismos con tu piel,
desangrándote en las trampas metálicas,
huyendo de la nada, hacia la nada,
humillado ante mi cobarde silencio.

Te he visto desesperadamente solo,
naufrago de cualquier esperanza,
tragándote tu angustia y el dolor de tu gente,
suplicando ayuda en el vacío,
exprimiendo tu dolor ensangrentado,
anhelando haber muerto para no seguir huyendo,
temblando entre el confuso vocerío,
masticando tu amargura en el silencio,
construyendo diques de dignidad a tus últimas lágrimas,
implorando perdón por los pecados que no has cometido.

Te he visto solo, hermano de piel oscura,
inmóvil como un ídolo sagrado,
mostrándome el camino de los valientes,
enseñándome a rezar por vez primera,
despertando mis adormecidas ansias de justicia,
destrozando mi corazón de piedra,
derrumbando mis sólidos pilares,
acallando con tu grito mis creencias.

Te he visto solo.
Te he visto héroe.
Te he visto débil.
Te he visto noble.
Te he visto en el trono que jamás alcanzaré.
Te he visto ángel.
Te he visto Dios...
Y yo, jamás me he visto tan culpable.

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