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jueves, 24 de febrero de 2011

A ti, Tierra...

Tierra fecunda de sólidos cimientos,
fuente de vida, de paz y de verdad...
Te deslizas sobre mí como una brisa
taladrando el tiempo
en perfecta armonía acompasada.
Bajo el sueño plateado de la luna,
me declaro espectadora de tus versos,
de tus serenas palabras
y de la cálida mirada que adivino
tras el rostro invisible de los sin nombre.

Como dulce melodía me encadenas
rozando el alma entumecida,
aparcada en el remanso del silencio.

Me gusta ser la lluvia que te riega
desde este espacio que nos une
y nos separa impunemente...
Y, cual ladrón inesperado,
navegar en las tranquilas aguas
de tu océano infinito...
Y despertar en el bello paisaje
de tu dulce orilla inacabada.

Porque... tal vez
tú también entraste en mi sueño
y quiera seguir soñando.

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