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jueves, 3 de marzo de 2011

Nana para Zeus...

- A mi hijo, ése ángel terrenal
que el cielo no quiso darme -

Se despide el día,
el sol va muriendo,
despierta la luna
sobre el firmamento
mientras tú, mi niño
vas cogiendo el sueño.

Tus ojos se cierran,
ya te vas durmiendo,
tropeles de estrellas
bailan en el cielo
al son de una nana
que canta un lucero.

Envuelta en matices
de amor y embeleso,
te observo orgullosa,
maquillo el recuerdo
mientras que te acunan
mis brazos de acero.

Callaron los jueces,
enmudeció el miedo...
No habrá más preguntas
firmas ni desvelos
pues no hay ley que pueda
callar un te quiero.

Yo supe, mi niño
desde aquel momento
que con tu manita
abrazaste mi dedo,
que sería tu madre
por un tiempo eterno.

Yo sentí la vida
fluir en ese gesto
e invoqué a los dioses
helenos y hebreos
para que sellaran
ese, nuestro encuentro.

Conjuré a la luna,
a Zeus y a Perseo
y juré por todos
cual hechizo eterno,
que nadie ahorcaría
mi aliento en tu aliento.

Te dije al oído,
aún lo recuerdo,
que no habría doctrinas,
credos ni preceptos
que romper pudieran
mi abrazo materno.

No ha pasado un día
desde aquel primero
que no diera gracias
al buen dios del cielo
por hacer posible
mi mejor proyecto.

Y así, mientras duermes,
abrazo tu gesto.
Detengo en tus ojos
mis ojos risueños
mientras que mi dicha
moja tu babero.

Y dejo que brote
sin ningún recelo
la paz que me habita
rompiendo en destellos...
así, niño mío,
desterrando el miedo.

Y así, luz de mi alma
te digo... Te quiero.
Diciembre 1987

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