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sábado, 26 de marzo de 2011

Mírame…

Mírame…
Mírame desde el recuerdo acomodado,
como se mira el alma
cuando es noble.
Sí, mírame en el silencio,
en el vacío que dejaron
mis versos al morir
antes de recitar la última estrofa…
Pero mírame desde adentro,
sin adornos ni velos que me oculten,
desde el centro del ser,
sereno y limpio…
Y dime, después de mirarme
si te atreves,
que no ha sido mi amor
chamán de tu desdicha.

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