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jueves, 24 de febrero de 2011

Versos para un Silencio

A Marta del Castillo... desde el respeto absoluto que me produce su memoria
Y a todas esas jóvenes que como Marta, ya no pueden soñar en alto
porque silenciaron su voz los asesinos.
A mi buena amiga Carmen Calvo, porque sé que también hay un duende
que se ha hecho inmortal en sus estancias.

Se ha quebrado el silencio de la espera
entre gritos de angustia contenida,
en repique de campanas hispalenses
que resuenan a muerte y agonía.

La confesión de un cobarde
sentenciaba el final de la tragedia
y agonizaba en su voz
el último resquicio de esperanza
para Marta, sus amigos y su gente.

¡Le borraron la sonrisa para siempre,
como a tantas otras!...
Apagaron la luz de su mirada
con la saña que habita en la locura.
Silenciaron su voz de cascabeles,
y en la sombra, y a la fuerza,
segaron esa vida que, en sus ojos
prometía brillar eternamente.

Hoy por Marta, Sevilla somos todos
y lloramos en clamor de multitudes
porque, incluso a los que no la conocimos
se nos ha deshecho el alma en su partida.

Hoy pedimos justicia a los letrados
consumidos por la rabia y la impotencia,
y hastiados ya, de tanto cuento absurdo
apelamos por una ley más justa.

¡Marta... dulce Marta!

No hay rincón en los rincones
donde no te buscaran,
donde no hayan socavado
mil manos generosas
para intentar rozar tu piel de terciopelo
hasta resucitar tu nombre entre azahares.

¡Pero nada ha servido!...
Te quiso Sevilla para sí,
sola y completa.
Te eligió base de todos sus pilares,
ninfa de todos sus jardines
y perfume armonioso de sus rosas más bellas.

Eres seno y matriz, y así reposas
entre símbolos y emblemas ancestrales
y en las flores de azahar
que traen tu aroma
y acarician el aire con un beso.

Se disputan tu risa San Telmo y la Giralda,
y la Torre del Oro te ha nombrado heredera
de todas sus almenas.
¡Cómo no recordarte
si hasta el giraldillo enamorado
te ha robado la mirada
y recibe al visitante con tu gesto!

¡Te hicieron inmortal los asesinos!
Te vistieron de eterna brisa suave
y hoy vuelas cual partícula sagrada
en cada espacio vivo de esa tierra.

Hay quien dice que el duende de Sevilla
tiene nombre por fin, se llama Marta,
y ahora es libre, tan libre como el viento,
tan grande como el dios,
que está en todas las cosas.

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